sábado, 1 de junio de 2013
LOBA ANCESTRAL: Florence Thomas lanza propuesta a hombres y mujere...
LOBA ANCESTRAL: Florence Thomas lanza propuesta a hombres y mujere...: Enero 29 de 2002 La psicóloga francesa invita a amar al otro en su diferencia . Premisas. Por Isabel Peláez Reportera de El ...
viernes, 17 de mayo de 2013
Florence Thomas lanza propuesta a hombres y mujeres "¡Vivan la nueva ética del amor!"
Enero 29 de 2002
La psicóloga francesa invita a amar al otro en su diferencia. Premisas.
Por Isabel Peláez Reportera de El País
"El amor
fiesta es una utopía que se construye cada mañana, cada atardecer, cada noche,
cuando siento la posibilidad de acercarme al otro o a la otra sin posesión".
Llegar a vivir esa clase de amor, nada posesivo ni
asfixiante, es la nueva propuesta de la socióloga francesa Florance Thomas,
quien el viernes pasado, en el Teatro La Máscara , de Cali, presentó a una multitud de
hombres y mujeres las seis premisas de una nueva ética del amor.
Ese día decenas de vallecaucanos salieron del atiborrado
recinto deseosos de amar de otra forma y la invitación de Florance se repetía
en los comentarios de los asistentes: "¡vivan la nueva ética del
amor¡".
Por eso quienes aún creen que amar es asfixiar al otro
con posesivas y engañosas promesas como "tú eres yo y yo soy tú" y
"te amaré toda la vida" o con patriarcales elogios que no son tal:
"me gustas cuando callas" (Neruda), tendrán la posibilidad de salirse
del paradigma o por lo menos estudiar los nuevos adverbios del amor y conjugar
otros verbos como madurar, tolerar y liberar...
Necesitamos...
El amor, la locura más curativa y civilizadora del
mundo, siempre y cuando aprendamos a amar sin promesas, sin juramentos de
felicidad eterna, sin engaños. Con el augurio de amar al otro o a la otra
libre, sabiendo que no por esto evitaremos el dolor, pero siempre seremos en el
amor.
Menos cópula, genitalidad e instinto y más lenguaje,
erotismo y escucha del otro u otra.
Menos afán, más calma.
Menos consumo y más satisfacción del otro y de la otra.
Menos verdad absoluta, menos adverbios de un amor
totalizante, como el asfixiante: 'yo soy tú y tú eres yo'.
Dejar de pedir al otro que nos ame para siempre.
Menos símbolos de un amor totalizante, del machismo, de
la ignorancia y una opción madura desde la tolerancia.
Menos madres desde la confraternidad y más mujeres
protagonistas modernas de sus existencias y dueñas de sus cuerpos.
Menos hombres producto de una ideología trasnochada de
la virilidad, más paternalización y discursos masculinos de una vida cotidiana.
Más compromisos decididos de los hombres para cambiar el poder por una caricia,
una fragilidad.
Preguntarnos por una posibilidad de reconstruir los
viejos pactos del amor, que se habían construido sobre cimientos de poder que
imposibilitan todo diálogo y convivencia.
No hay un otro u otra para mí
El amor de los boleros, de las baladas y de los
vallenatos, que extraen sus contenidos de nuestros imaginarios amorosos son
simples metáforas que nos ayudan a soportar la realidad que es otra, aun a
cuento del enamoramiento, la primera fase del amor.
Ilusiones muy arcaicas toman la delantera y abren la
puerta al deseo de colmar el vacío, de calmar ese deseo de fusión y perderse en
el otro.
El enamoramiento es la trampa fantástica: "por fin
encontré al otro que me va a complementar, me colma de todo, yo soy tú y tú
eres yo, amor mío". "Veo el mundo con tus ojos.”
Una mañana ese yo se estrella contra una pared y
mientras más se haya creído tales promesas, más duro o más apegado esté a esa
etapa, más fuerte va a ser el golpe.
Derecho a la indiferencia
El amor es complejo y diverso, heterosexual y
homosexual, explica Florance Thomas.
Repensar el amor es ampliar sus fronteras y abrirlas a
otros encuentros que permitan que dos hombres o dos mujeres puedan vivir el
deseo amoroso, desde el legítimo deseo a la diferencia, para luego exigir el
derecho a la indiferencia.
En Colombia apenas se está buscando el derecho a la
diferencia. En los países europeos la consigna es el derecho a la indiferencia,
es decir que homosexuales y heterosexuales bailen juntos y no obligar a los
primeros a vivir en guetos.
Derrumbar las fuentes de la homofobia. Gays y lesbianas
nos incitan a cultivar la voluntad de ir más allá y de actuar sobre nuestro
futuro, a partir del cual sería posible reintentar nuevas formas de relaciones
consigo mismo y con los otros, rechazando modos de vida impuestos y
resistiéndose a la liberación sexual obligada.
Hablar de tolerancia y de diferencia se debe hacer desde
la tierna edad y en la cotidianidad.
Cómo amar de otra manera
Las formas de amar que subsisten fueron articuladas por
el lenguaje, la historia y la cultura. Hoy en día se ha pasado de la cópula y
del instinto, al deseo y al amor, se ha convertido el sexo en sexualidad.
El reto no es hacer el sexo, copular, sino hacer
dramáticamente el amor con un otro o una otra desconocido e inaccesible, aunque
se llega a creer tramposamente que ese otro u otra se conoce. Para el amor
existe una nueva ética.
Entre el demandar amor y su respuesta hay una distancia,
un vacío. Demandar amor es pedir algo que el otro u otra no me puede dar. Es
confrontarse con el vacío, con la insatisfacción o con una satisfacción que
siempre será parcial.
Madurar en el amor es aceptar esa carencia, entender que
no existe un otro o una otra que se acopla perfecto a mis demandas y que
gracias a este vacío existe el deseo.
Porque siempre falta amor sigo buscando y así vivo y me
vuelvo sujeto de la cultura. Si el otro me colmara entraría en un nirvana y me
dejaría morir.
Y el origen del amor que podemos dar se encuentra en el
amor recibido, pero recibido bien, no de la sobreprotección.
Cuando uno entiende que no hay un otro para mí uno se
vuelve capaz de amar. Ningún otro podrá satisfacer mis demandas y el otro
espera de mí lo que no le puedo dar. Entenderlo significará que toleramos que
el otro o la otra no vaya a ser mío(a) y que siempre subsistirá en su
diferencia.
El otro subsiste en su diferencia
El otro siempre va a penetrar el límite de mi libertad.
El enamoramiento no supone un paso cerrado, una fusión
asfixiante: "respiro por tu boca", "veo el mundo con tus
ojos", es un proceso amoroso casi sicótico y paradójicamente solitario,
porque finalmente negamos al otro.
Los protagonistas del amor han cambiado, ya no son
Efraín y María. Las mujeres están aprendiendo a hablar y desear desde nuevos
lugares y el viejo guión amoroso de la eternidad ya no sirve.
A partir del reconocimiento de la diferencia existencial
de sujetos libres y autónomos y del aprender a definir "yo soy yo, tú eres
tú" se logrará una nueva manera de amar. Reconociendo que "no tengo
para ti lo que esperas de mí" y admitiendo así que la soledad es el meollo
de la condición humana.
Ellas y ellos
Las colombianas apenas están aprendiendo que sólo desde
una imagen de sí mismas gratificante y menos culpable, el amor se torna en una
fuente límpida de goces.
Sólo aprendiendo a enamorarse de la distancia que nos
separa hay posibilidad de encuentro. Sólo desde la libertad es posible el amor.
Desde su propia palabra del amor y el erotismo las mujeres descubrirán un goce
que no se tiene que alimentar del goce masculino.
Mientras no haya mujeres en las mesas de negociación no
va a ver nadie que ponga sobre el tapete la vida cotidiana, los problemas
domésticos, el amor, el erotismo y esos temas hacen parte de la paz.
La masculinidad no es una esencia, es una ideología, una
construcción. Hay que desterrar sueños de hombre como: "La amo a usted
dependiente, luego adorable", "Me gustas cuando callas...".
Abandonando los privilegios que les otorgó una cultura
patriarcal, dejando de ser amos del saber del mundo, del saber sobre las
mujeres y dejando de ser dueños de sus existencias los hombres podrán
encontrarse, sin vacilaciones y ambivalencias, con ellos mismos y luego con las
mujeres. FLORENCE THOMAS, FEMINISTA COLOMBIANA
"Si no hay democracia en la cama tampoco la habrá
en el país"
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Por Claudia Karim Quiroga
La designación del 8 de marzo para celebrar el Día
Internacional de la Mujer
definió la trasformación de la condición de las mujeres en el mundo occidental
y se convirtió en la única revolución triunfante del siglo XX en la que no hubo
muertos.
Florence Thomas, coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
y autora de varias publicaciones en torno a la participación de la mujer en
diferentes esferas de la sociedad, estuvo esta semana en Cúcuta.
La sicóloga de la universidad de París, y columnista del
diario El Tiempo, ofreció una conferencia en la Cámara de Comercio. A la
cita acudió buen número de mujeres, contrastando con los tres hombres que
observaban el femenino panorama.
La conquista, que desde 1950 la mujer ganó con el
sufragio, es desconocida, a veces, por las jóvenes que no saben que los logros
de madres y abuelas no han sido gratuitos.
“Nada de lo que viven hoy las jóvenes ha sido regalado a
sus madres. Es el fruto de luchas, de separaciones y de decisiones”, observó
Thomas.
En el pasado, la mujer tuvo que enfrentarse a los
maltratos de una cultura patriarcal que no estaba dispuesta a ceder tan
fácilmente, agregó sobre la pertinencia de recordar la historia que han vivido
las mujeres y con el fin de no repetir los errores.
Florence denunció que ningún grupo ha sido tan
"terriblemente" golpeado y abusado como la mujer, que ocupa el 51 por
ciento de la población mundial. Son 5.000 años de historia, en la que el cuerpo
femenino fue mutilado y era propiedad exclusiva de los hombres, agregó.
Las mujeres colombianas trabajan calladas, “como
hormiguitas”. Hay algunas que están generando en el país procesos de
resistencia pacifica y de construcciones de otras maneras de encontrar diálogos
y convivencia. Sin embargo, todavía
tienen en sus manos la responsabilidad de los hijos y de las hijas, en ellas
está el país de mañana.
Criticada por muchos, Florence es sinónimo de
convicciones fuertes y de agilidad mental. Es una mujer que, aparentemente,
luce fuerte. Incluso, ha sido tildada de agresiva, adjetivo que cambia por el
vehemente. Tiene el don de la palabra y la elocuencia, que con el
característico dejo francés, llaman la atención. Empezó a trabajar por la mujer
desde que llegó al país enamorada de un colombiano. El contraste con la
floreciente París de 1960, con las grandes mujeres de la literatura y las
artes, los grupos de rock y la cultura que se respiraba en los salones de arte
y en los míticos parques parisinos, se despertó en Colombia con mujeres
demasiado sumisas.
Florence disfruta su trabajo, lo mismo que su casa, en
la que reposan los objetos que más quiere, las flores, la computadora. La
acción de entrar al apartamento, después de la jornada diaria, y encontrarse
con ese “pequeño mundo” de cada cuál es un placer que disfruta a cabalidad. No
guarda con celo su conocimiento, al contrario, lo ofrece. La misión, si se opta
por tomarla o no es decisión de cada cual, y la misión está mucho más allá del
sexo; son las enormes ventajas que ofrece la diferencia.
Claudia
Karim Quiroga. – ¿Existe alguna especie de reacción
por parte de las mujeres a ser perfectas?
Florence
Thomas. – Se han dado cuenta de que nos están
pidiendo demasiado. No podemos ser las profesionales, responsables, libres, con
ventajas y privilegios ganados, pero con una cantidad de retos frente a las
viejas cargas del siglo pasado.
C.K.Q.
– Las mujeres quieren seguir siendo buenas mamás, quieren seguir amando a los
hombres, pero no a cualquier precio...
F.T.
– Ellas responden como nadie a lo que deben responder. Son las que cuando
empujan la puerta de la casa tienen que llegar a recoger el desorden,
encuentran la alberca llena de ropa sucia. Allí empieza una segunda jornada de
trabajo. También, hay mujeres que trabajan y que pertenecen a juntas de barrio
y son representantes de la comunidad y asisten por las noches a las reuniones.
No tienen tiempo de deprimirse, ni de llorar. Son las mujeres que están
permitiendo que el país amanezca cada mañana.
C.K.Q.
– ¿Cuál es la fortaleza de la mujer?
F.T.
– Está en el contacto que tiene con la vida cotidiana, con el otro, en la
estética de la vida cotidiana, del arreglo de las cosas y de la casa.
C.K.Q.
– ¿Qué piensa sobre la maternidad?
F.T.
– No creo que exista un instinto maternal, si lo hubiera no habría niños en la
calle, abandonados, porque el instinto no falla.
C.K.Q.
– ¿Cómo son los hombres?
F.T.
– Son niños grandes que no terminan de crecer nunca. Reitero que no he
declarado la guerra a los hombres. Amo a los hombres profundamente. Tengo dos
hijos varones y tuve esposo por diez años. No obstante, no podemos dejar este
país en manos de los hombres porque lo están haciendo muy mal. Hablan distinto,
se toman la palabra y no la sueltan nunca e intentan explicar el mundo,
simplemente, porque son hombres.
C.K.Q.
– ¿Cómo es la mujer nortesantandereana?
F.T.
– Es muy berraca para resistir semejante machismo. Deben ser mujeres muy
lindas, porque, o si no, se hubieran muerto todas. Pienso que son valientes,
echadas para adelante, cuando empujan la puerta de la casa, nadie la vuelve a
cerrar. Claro que todavía hay mujeres muy pasivas en relación con el dominio de
los hombres. La educación es una clave, porque trasforma, porque cambia todo.
C.K.Q.
– ¿Cómo es Florence Thomas?
F.T.
– Me veo como una mujer vital; pero, también, tengo muchas fragilidades. No soy
la mujer fuerte que la gente piensa. Soy una mujer absolutamente corriente. Con
dos hijos profesionales que volaron por sí mismos. Adoro mis espacios, mis
matas, mis flores, pero también mis libros, mi computadora. Cuando estoy en una
conferencia doy todo, e incluso, a veces, digo cosas que no debo decir. Pero me
doy. Soy vehemente y apasionada.
C.K.Q.
– ¿Sobre el feminismo?
F.T.
– Uno no nace feminista, se vuelve feminista. Colombia me volvió feminista
desde que llegué en la época de los 60 enamorada de un colombiano. Fue un
choque cultural encontrar mujeres tan dependientes de los hombres. Luego, en la Universidad Nacional ,
con cinco amigas nos reunimos y empezamos a trabajar los textos del feminismo
internacional para entender su existencia. Así se construyó el grupo Mujer y
Sociedad.
C.K.Q.
– ¿Cuál es el gran triunfo de la mujer?
F.T.
– Controlar la reproducción de la sexualidad. Hacer el amor y gozar el amor sin
pensar en un embarazo. Así como los hombres piensan en su cuerpo desde hace
años. La anticoncepción significó un golpe muy duro para los patriarcas y para
los machistas.
NOS
TOCÓ APRENDER A VOLAR
Los
nudos del amor
Por:
Florence Thomas
El
Tiempo (23 de marzo de 2005)
Hablaré nuevamente del amor. Tengo la mala costumbre de
volver regularmente a él. Porque, si bien es cierto que hemos cambiado
aprendiendo a subvertir las viejas metáforas que nos significaban, el amor
sigue siendo para la gran mayoría de nosotras un asunto de primera importancia
aun cuando ya no es el único centro de gravedad de nuestras vidas como hace un
siglo. Lo difícil ahora es componer, es equilibrar nuevas formas de ser en el
mundo, a veces contradictorias pero que definen hoy a las mujeres modernas y
urbanas. Y después de dos o tres décadas de aprendizaje de nuevas prácticas de
sí, el amor sigue ahí. Un amor que debe confrontarse ahora con nuevas y
múltiples aspiraciones duramente ganadas y frente a las cuales no hay
retrocesos posibles.
Entonces está el amor, pero está el otro amado que
obliga a componer con la diferencia; está el amor, pero está la necesidad de
realización personal; está el amor, pero está la vida cotidiana que devora el
amor; está el amor, pero está el deseo de autonomía, a menudo mortal para la
vida de pareja; está el amor, pero está el deseo de hijos que se interpondrán
en el dúo amoroso; está el amor, pero está el ejercicio de la ciudadanía; está
el amor, pero está la vida laboral o profesional; está el amor, pero está el
inaugural deseo femenino de soledad; está el amor heterosexual, pero surgen
otras opciones a la esquina del deseo; está el amor, pero están los
inconscientes y las historias de cada cual; está el amor, pero están los otros
amores del pasado; está el amor, pero está la fragilidad de lo humano; está el
amor, pero están sus viejos imaginarios que siguen actuando; está el amor, pero
está el odio, tan cerca...
Definitivamente, el advenimiento de una mujer sujeto
social, de una mujer sujeto de derechos y de deseo, generadora de palabra, de
cultura, de mundos, nos coloca en el centro de difíciles encrucijadas que lo
más a menudo tenemos que resolver solas. Ya no podemos sacrificar todo a nombre
del amor, ya no queremos seguir con esta cultura del amor que nos definía hace
un siglo; una cultura que era portadora de algunas felicidades y de muchas
desgracias cuando las mujeres necesitábamos entonces ser amadas para existir.
Ya no, pero equilibrar nuevos deseos, nuevas
posibilidades con antiguas nostalgias, hacer el duelo de viejos imaginarios y
concepciones románticas del amor para dar entradas a estas inaugurales maneras
de significar nuestras existencias, no es fácil ni puede hacerse en una o dos
generaciones, más aun cuando sentimos que los hombres que más amamos no han
logrado solidarizarse del todo con nosotras. Y esta solidaridad solo podrá
generarse cuando ellos asuman que ese nuevo camino emprendido por las mujeres
para redefinirse ellas en el amor, representa una oportunidad para plantearse
una nueva pregunta relativa a su masculinidad, ya no desde una conciencia de la
pérdida de este lugar privilegiado en la ecuación del amor, sino desde la
profunda convicción de participar en la construcción de un nuevo pacto amoroso,
más fértil desde la equidad y por esto más humano.
Sí, pero mientras logramos convencerlos, tenemos que ser
acróbatas y lanzarnos al vacío, sin red. Nos tocó aprender a volar. Y bien,
después de todo, no lo hacemos tan mal y, por lo menos, volamos.
Periodista y escritora barranquillera, actualmente vive
en Nueva York. Sus artículos han aparecido en
The New York Times, Time, Newsweek, The New Republic, The Miami
Herald y The Paris Review entre otros. En 1996 fue elegida por
Gabriel García Márquez para participar en uno de sus talleres de redacción.
Trabajó en Nicaragua donde cubrió en 1990 la derrota de los sandinistas y luego
se trasladó a Nueva York. Allí se empezó a interesar en el tema del Sida,
particularmente en el contagio entre la población femenina. En 1997 ganó el
premio Paul Taylor-Dorothea Lange del Center for Documentary Studies por su
trabajo periodístico en Cuba. También fue seleccionada por la revista Time y
por la cadena CNN como una de las voces latinoamericanas del nuevo milenio. Fue
nominada al premio Pen por una obra de no ficción con su libro "En la
tierra de Dios y del hombre".
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